En la actualidad la mayor parte de las personas tanto hombres como mujeres quieren verse y sentirse delgados ya sea por salud, belleza, vanidad o por influencia de los medios de comunicación.
Esto conlleva a que las personas comiencen un sin fin de tratamientos para lograr adelgazar, entre los más comunes están las dietas que por lo general siempre tratan de usar las más estrictas esperando adelgazar en el menor tiempo posible, que por lo general tienen en común desayuno frugal, nada de almuerzo, comida justa y merienda escasa,supone llegara la cena con un hambre voraz (la glucemia o glucosa en sangre está baja) y con la necesidad de comer impulsivamente. Además, por lo general, apetecen alimentos energéticos como el chocolate.
Es en este momento que comienza el círculo
vicioso que encierran algunas dietas y la falta de voluntad, que a la larga no
es más que la reacción natural de tu cuerpo.
Los bajos niveles de la misma se relacionan con una mayor ansiedad por comer, sobre todo, dulces.
Por sus propiedades relajantes, el magnesio mantiene a raya el ritmo cardiovascular, por lo que es un buen complemento dietético para calmar la ansiedad. A lo largo del día se consume suficiente magnesio cuando se tiene la costumbre de comer 4 ó 5 nueces o un puñado de frutos secos. Las legumbres, los alimentos integrales y las verduras de hoja como las acelgas o las espinacas, también concentran buena dosis de dicho mineral.
Comida
y emociones
El aumento de adrenalina reduce la capacidad
para el autocontrol, lo que favorece comportamientos malsanos.
El estrecho vínculo entre la comida y las
emociones es evidente. De hecho, la ansiedad tiene ciertas manifestaciones
físicas en el organismo que podrían explicar la mayor necesidad de comer.
Con
la ansiedad, crecen los niveles de adrenalina. Dicho aumento reduce la
capacidad para el autocontrol, lo que hace al individuo más susceptible de
seguir comportamientos malsanos como fumar más o comer demasiado. La
serotonina, un neurotransmisor cerebral relacionado con el ánimo, participa en
el control del apetito.
Los bajos niveles de la misma se relacionan con una mayor ansiedad por comer, sobre todo, dulces.
La ansiedad que les genera el estrés, la
monotonía de una vida cotidiana, las frustraciones o hasta la propia
gratificación de los logros alcanzados, lleva a muchas personas a comer para
así calmar dicha sensación.
El control de las situaciones emocionales que
pueden generar ansiedad y que más influyen cuando se ingieren alimentos puede
ser una ayuda para discernir si se come con ansiedad, si es la propia ansiedad
la que nos lleva a comer o si se sufren las dos sensaciones.
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Llevado a la
práctica, dicho control puede materializarse mediante un registro diario de lo
que se come, prestando especial atención al entorno. En este sentido, es muy
importante si la persona está sola o acompañada cuando come, cuál es su estado
de ánimo (triste, alegre, aburrida) y cuáles son los alimentos más recurridos
en momentos de ansiedad o nervios. Nervios bien nutridos. Se deben ingerir
alimentos ricos en magnesio, triptófano y vitamina B
Son varios los nutrientes que fortalecen los
nervios y calman, en parte, la sensación de nerviosismo que acompaña a la
ansiedad. Es por este motivo que conviene revisar con detenimiento la
alimentación de cada uno, incluso cuando se plantean dietas hipocalóricas de
corta duración. Asimismo, se debe comprobar si se ingieren alimentos ricos en
magnesio, triptófano y vitaminas del grupo B, entre ellas la B6, la B1 y la
B12.
Por sus propiedades relajantes, el magnesio mantiene a raya el ritmo cardiovascular, por lo que es un buen complemento dietético para calmar la ansiedad. A lo largo del día se consume suficiente magnesio cuando se tiene la costumbre de comer 4 ó 5 nueces o un puñado de frutos secos. Las legumbres, los alimentos integrales y las verduras de hoja como las acelgas o las espinacas, también concentran buena dosis de dicho mineral.
El aminoácido triptófano, componente de las
proteínas, se transforma en serotonina mediante complejos ciclos metabólicos,
lo que permite mantener sus niveles adecuados en el organismo (los bajos
niveles de serotonina se asocian con un bajo estado de ánimo). Reservar las
proteínas animales (carnes, pescados o huevos) para la cena garantiza el aporte
diario de este aminoácido. Una fruta diaria rica en triptófano, como el plátano
o la piña, es también un buen complemento.
La vitamina B6 participa en la síntesis de
serotonina a partir del triptófano, así como en la formación de las vainas de
mielina de las neuronas, necesaria para que estas células transmitan
correctamente los mensajes. Su deficiencia causa nerviosismo y ansiedad. En la
época de más nervios, acostumbrarse a tomar copos de avena con germen de trigo
y levadura de cerveza durante el desayuno, o añadir estos complementos
dietéticos a las ensaladas y zumos, es una manera eficaz de enriquecer la dieta
en vitaminas del grupo B.
Más ansiedad en las mujeres. Para evitar que
la ansiedad se acentúe y se agrave, resulta más eficiente y sano identificar
las causas que la provocan y dejar para después el tratamiento de
adelgazamiento.
Cuando es difícil manejar la ansiedad, es
necesario no ‘refugiarse’ sólo en la comida y encontrar salidas para
canalizarla. Puede servir de ayuda buscar un ejercicio placentero como el yoga,
el ‘tai chi’, pasear, correr o nadar. El ejercicio libera endorfinas, hormonas
que contrarrestan el efecto orgánico de la ansiedad. También hay plantas que
proporcionan al organismo la sensación de relajación esperada. Resulta
efectivo, por ejemplo, combinar en una infusión pasiflora y amapola o melisa y
lúpulo.
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